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¿Nos creemos todas las imágenes que vemos en la prensa a diario? ¿Son un fiel reflejo de la realidad que intentan retratar? Todos sabemos que el fotoperiodismo está viviendo un momento complicado, no tanto por la crisis de los medios de comunicación tradicionales, sino porque la credibilidad está más en entredicho que nunca.
Mucho daño han hecho bochornosos ejemplos en el pasado y, cada día, es fácil encontrar pifias gracias a un mal uso del Photoshop. La edición y tratamiento de las imágenes es necesaria, nadie escapa que esto forma parte de proceso fotográfico. Pero ¿dónde está el límite? ¿hasta dónde se permite editar en la imagen informativa?
La edición y post procesado en el fotoperiodismo
Conocemos un caso relevante de hace unos meses que levantó ríos de tinta y comentarios al respecto: la última foto ganadora del prestigioso premio World Press Photo. Es un buen ejemplo de que su tratamiento dio más que hablar que el valor del galardón en sí o, lo que es más sangrante, que la dura escena y tema que reflejaba el fotógrafo Paul Hansen.
No fue un caso de manipulación, sino de un post procesado quizás excesivo a juicios de algunos y que sirvió para revivir este largo y frecuente debate sobre el asunto.
Una imagen informativa no debería desvirtuar la realidad
Nos sirve para dar pie a comentar sobre este debatido y permanente asunto, que a menudo contiene límites difusos, como una nebulosa. El sentido común nos dicta que una imagen informativa no debería desvirtuar la realidad que muestra, pero por influencias de otros géneros (fotografía publicitaria, moda,…) parece que el límite en el procesado de las fotografías se está ampliando. Veamos algunos casos.
Casos de post producción o edición
Grandes medios como Time, Newsweek y The Guardian han sucumbido a las bondades de Photoshop en alguna de sus imágenes destacadas o de portada. Famoso fue el caso del deportista O. J. Simpson que fue juzgado por la muerte de su ex esposa y luego absuelto. En Newsweek apostaron por un retrato frontal directo y sin alterar. En Time usaron la misma imagen, pero quisieron darle un “tono” de dramatismo oscureciendo la foto. Tanto como para transmitir sutilmente una sensación de encierro del protagonista. Newsweek denunció a Time por esta manipulación.
Años después, ocurrió al contrario, siendo Time quien denunciara el exceso de manipulación, por parte de Newsweek, de una fotografía en la que una mujer que dio a luz septillizos aparecía con los dientes “excesivamente” editados.
El motivo por el que se realiza un post procesado más amplio varía en función de distintas circunstancias
El motivo por el que se realiza un post procesado más amplio varía en función de distintas circunstancias. Siempre subyacen las normas o intereses. Y es que el tratamiento de una misma imagen que dan unos medios u otros se mueve en un abanico de opciones para todos los gustos.
Como el caso de una fotografía de los atentados del 11-M (de Pablo Torres Guerrero de la agencia Reuters) en el que aparecía un miembro amputado en plena vía, junto a uno de los trenes siniestrados. Una imagen dura que The Times o The Sun decidieron borrar, The Guardian le quitó intensidad borrando la sangre y el diario alemán Der Spiegel lo ocultó situando el titular justo encima.
Una imagen dura que pone de manifiesto diferentes posturas editoriales (unos abogaron por mostrar sin alterar el testimonio visual y otros apelaron a la responsabilidad social y el efecto negativo que tendría mostrar detalles tan duros). En cualquier caso, siempre se valoró el buen trabajo del fotógrafo que ganó el Premio Ortega y Gasset por ello.
En España no somos ajenos a estos casos que aparecen con frecuencia. Un caso que dio mucho que hablar fue protagonizado por el diario El Mundo que “fusionó” dos fotografías de un mítin político del PSOE, sin percatarse que eran imágenes de agencia que también sirvieron a otros medios. Enseguida se les vio el plumero.
La manipulación en el fotoperiodismo
Un paso más allá de la edición, que como hemos visto es lícita y aceptable cuando se hace sin excesos y con sentido común, está la manipulación, donde sí se adultera la imagen. Es decir, se quitan o añaden elementos para distorsionar la realidad captada con algún propósito. Un asunto, por cierto, que no es precisamente reciente y que ha estado presente en toda la historia de la fotografía.
En la actualidad es muy complicado verificar si una imagen ha sido o no manipulada
Aunque sí es cierto que en la era digital, por la facilidad de permiten las tecnologías de edición de imágenes, se hace más complicado verificar si una imagen ha sido o no manipulada, lo cual genera sospechas y dudas. Es lo que tiene la era del Photoshop (y si no que se lo digan aPSDisasters).
Hace muy poco hemos conocido un caso muy reciente y que afectó al fotoperiodista mexicano Narciso Contreras (por cierto ganador del Pulitzer 2013): la agencia Associated Press rompió su contrato con él por alterar una fotografía. Eliminó un elemento (una cámara de vídeo) que casi puede pasar desapercibida para la mayoría, pero la agencia se basó en su estrictas normas al respecto y actuó en consecuencia.
Esta fue la única imagen que el fotógrafo alteró tras dos años de colaboración con la agencia. ¿Fueron demasiado estrictos en este caso?, ¿de verdad esta manipulación altera el mensaje y la información que transmite la imagen? Associated Press alegó que su reputación es muy importante y esta imagen violaba su código ético. Y no ha sido la primera vez que lo ha hecho.
La manipulación más divertida de organismos oficiales
Los organismos oficiales y grupos políticos también han utilizado (y utilizan) la manipulación a su favor, lo cual pone de manifiesto lo tentador (y fácil) que resulta modificar una fotografía para cambiar el mensaje.
Ejemplos podemos encontrar varios, como el “caso de chiste” del gobierno de Corea del Norte, como el de las maniobras de desembarco de su ejército que se decidió “aumentar” a base de darle al tampón de clonar (y que se puede ver en detalle en The Atlantic), uno más en su habitual costumbre de realizar manipulaciones que rozan lo esperpéntico.
Y en nuestro país, podemos recordar casos como la famosa fotografía de Franco con Hitler en Hendaya, donde aparecía originalmente con los ojos cerrados y la boca abierta y que fue “retocada”.
Y más cercano en el tiempo, en 2005, tenemos el (chapucero) fotomontaje de la Casa Real españoladonde se incluyeron a todos los nietos de los reyes para una felicitación navideña, con un corta y pega impropio de un organismo así.
Casos como este podemos encontrar en abundancia en el interesante libro ‘Fotografía sin verdad. El poder de la mentira’ (Ed. Universitas), de Diego Caballo Ardila y Daniel Caballo Méndez, donde exponen con profusión de detalles algunos de los más conocidos. En este libro precisamente se pone de manifiesto que es más frecuente encontrar casos de medios manipuladores que de fotoperiodistas fraudulentos, aunque nadie se salva (como el caso reciente de la foto de Gallardón). Y eso es lo preocupante.
En todo caso apelan al autocontrol como método ideal para evitar disfunciones en la ética (según uno de sus autores, Daniel Caballo, editor gráfico de la agencia EFE y profesor de fotoperiodismo).
En este vídeo podemos ver otro caso de una noticia de Telemadrid que fue denunciada por usarimágenes de protestas en Grecia para acusar al 15M de violento.
Entre la ética y el autocontrol
Por suerte parece existir esperanza, ya que esta situación ha provocado que afloren nuevos mediosmás independientes y que tratan de ofrecer la información de una forma diferente, más ajustada a los tiempos que corren. Algunos ejemplos los encontramos en Periodismo Humano, Calamar2 y en The Objective, donde sobran las palabras y se deja que las imágenes de actualidad sean las absolutas protagonistas.
Existe un creciente esfuerzo por regular la manipulación de imágenes en los medios
Asimismo, existe un creciente esfuerzo por regular la edición y manipulación de las imágenes en los medios de comunicación, aunque no por ello se debe eximir la existencia de una ética profesional honesta y un sentido de la autorresponsabilidad por parte de los fotoperiodistas.
Tal es el caso de la mencionada Associated Press, una agencia estadounidense que se toma muy en serio este asunto y es tremendamente estricta (como hemos indicado en el caso de Narciso Contreras) y que está sirviendo como abanderado en este asunto a otras agencias y medios. Algunos prestigiosos fotoperiodistas, como el español Emilio Morenatti, están tratando de elaborar unas normas consesuadas para aplicarlas en España.
En cualquier caso no es un asunto fácil de tratar ni un debate que vaya a finalizar. Simplemente por el hecho de que, por tradición, en el fotoperiodismo no se tolera la alteración o manipulación. Mientras que en otros géneros fotográficos sí o incluso, sin salirnos del ámbito informativo, se acepta con más agrado que una en una noticia escrita se utilicen adjetivos o metáforas para explicar unos hechos, de un modo más ilustrativo. Hay más tolerancia a admitir que la noticia escrita tiene más margen para representar la realidad de una u otra forma y no así en la imagen informativa.
La opinión de los expertos
Para completar este repaso contamos con la opinión de expertos en la materia que nos pueden ofrecer un punto de vista más para que cada uno pueda reafirmarse o modificar su valoración al respecto.
Les hemos planteado una triple pregunta: ¿Cómo ves el estado actual del fotoperiodismo en cuanto a los límites y buen uso de las imágenes en los medios? ¿crees que cada vez se tolera una mayor edición? ¿hacia dónde crees que llegaremos?
Y nos responden:
Mayka Navarro:
Sinceramente creo que los límites de la edición las pone el propio autor, su integridad y su compromiso con la profesión. El fotoperiodista dispara y edita antes de enviar a su medio. No hace falta que recuerde el reciente caso de Narciso Contreras y su imagen de Siria editada más allá de los límites éticos de su agencia AP, de la que finalmente ha sido despedido.
No hay que llegar a ningún sitio. La esencia del fotoperiodismo es plasmar la realidad sin manipulaciones… Hoy por ejemplo llueve a raudales y nieva en Madrid. El día es feo y gris, con una luz complicada para retratar. El fotoperiodista que hoy retrate algún acontecimiento que hoy suceda en este gris, no puede meterle color y brillo con el Photoshop… El fotoperiodista no trabaja para una revista de Moda o un magazine de viajes… Si el día esta gris, la foto, solo puede ser gris.
Mayka Navarro es periodista y colaboradora de varios medios de comunicación.
Pedro Armestre:
Se habla continuamente del abuso de técnicas para potenciar las imágenes y hacerlas mas atractivas y visuales. Ese mismo proceso ha existido siempre en el laboratorio químico aunque quedaba entre los profesionales.
Muy distinto es ser fotoperiodista y fotógrafo. Al igual que distinto es ser poeta o periodista. Se trabaja con la misma herramienta dandole usos muy distintos. El fotoperiodista debe ceñirse a la realidad existente y su margen de maniobra no puede traspasar la linea de la realidad. Ser testigo de los acontecimientos noticiables es mucho mas que ser un simple observador. El fotoperiodista debe confirmar con su presencia y registros que lo que en ese lugar ocurre es verídico y configurar con una serie de imágenes la realidad que en su entorno se desarrolla. Aquí no hay posibilidad de maniobra. Sin embargo el fotografo no tiene esos limites y puede desarrollar y complementar con su imaginación. El fotografo, usando la misma herramienta que el fotoperiodista, puede darse a las interpretaciones y desarrollar creatividad. Tanto en la toma fotográfica como en el proceso de revelado digital. Para mi el problema radica en que estas diferencias las estamos olvidando, y algunos están aprovechando esos olvidos para introducirse en sectores profesionales donde los valores éticos trabajando deben ser vigilados y nunca transgredidos. Un fotoperiodista y un fotógrafo son profesiones distintas.
Ahora hay otro tema que abordar que siento mas peligroso que el retoque fotográfico. La manipulación en toma fotográfica. Recrear situaciones de vida por falta de tiempo o presiones de jefes o medios. Pedirle a una persona que llore para la foto, que se ría por el premio, que simule sueño. Mas peligroso es, y lo vemos en las calles, calentar el ambiente para crear imágenes de tensión. Esto es registrar teatro y el teatro y el fotoperiodismo tampoco son amigos. Veo continuamente estas situaciones en las calles. Fotógrafos que van solicitando actitudes que les interesan para luego ofrecer esas fotos a los medios cuando no son hechos reales. El limite lo marca la ética profesional que debemos tener y ser muy conscientes de ello para no superarlo. La perdida de credibilidad y estar siempre observado con recelos se debe al abuso de nosotros mismos.
Mirando al futuro opto por seguir a profesionales concretos y no a medios de comunicación. Los medios están todos corrompidos, y cuando digo todos son también esos que se aproximan mas a los movimientos sociales. Todos ellos hacen comunicación, ninguno periodismo. La comunicación no es mentir pero si sesgar la información en un beneficio concreto. Eso lo hacen todos.
Opto por seguir a profesionales concretos. Mirarlos con lupa y si hay credibilidad en ellos seguir sus trabajos. Hoy en día es fácil crear tu propio medio, otra cosas bien distinta es financiarlo, aunque si tienes lectores se facilita la tarea.
Pedro Armestre es un veterano fotoperiodista que ha trabajado para varias agencias y medios. Desde el 2003 está dedicado a la agencia Internacional France Presse y compagina esta actividad con la realización de contenidos multimedia para televisión y otros canales de información (autor, entre otras muchas, de la que puede ser la mejor foto de San Fermín de este siglo)
David Airob
En lo que respecta al mundo del fotoperiodismo o documentalismo, creo que el exceso de retoque no tiene cabida. Deben aceptarse ajustes que acerquen la captura digital del sensor a la luz que vimos en el momento de la toma. Tengo muy claro que si en el momento del disparo hemos compuesto correctamente y el color de la toma está bien resuelto, poco más hay que ajustar. Creo que lo demás es desvirtuar la realidad, dejando que ese exceso de retoque tome demasiado protagonismo.
Nuestra calidad como fotógrafos debe estar en nuestra mirada y no en las horas posteriores que pasemos ante el ordenador. En cuanto a su aceptación en los medios de comunicación, cada uno debe decidir bajo su línea editorial. En mi caso pienso igual que lo expuesto anteriormente.
Daniel Airob es fotoperiodista y trabaja para La Vanguardia donde ha sido editor jefe de fotografía. Escribe habitualmente sobre fotografía y fotoperiodismo en su recomendable blog The W Side.
Jonan Basterra
Creo que hay un fuerte debate aún no cerrado del todo sobre el “retoque responsable”, esto es la edición de imágenes que no manipula la esencia de la foto, la realidad, aunque sí puede el contraste o el equilibrio de color de las imágenes. Se trata sobre todo de una cuestión ética, y en la que el fotógrafo debe tratar de que la imagen refleje lo que sucedía en la realidad y que ha tomado con su cámara: no borrar elementos, ni colocar cosas que no estaban en la imagen tomada aunque sean verosímiles, y que la luz y el ambiente sea natural, el del escenario en el que se tomó.
Me parece muy sintomático el reciente caso de Narciso Contreras. AP despidió al fotógrafo que reconoció su error, revisando antes todas y cada una de las imágenes que Contreras había servido a la agencia. La reputación de una agencia con muchos años de trayectoria estaba en juego, y para una agencia de noticias su credibilidad lo es todo.
No hay que olvidar que hay muchos tipos de fotografía, y el fotoperiodismo es uno más. Hay cosas que pueden valer para la fotografía publicitaria pero son inadmisibles en fotoperiodismo, donde la credibilidad es el valor principal. Si repasamos las mejores fotos de la historia del fotoperiodismo veremos que hay muchas fotos que no están correctamente enfocadas, o que están “movidas”… pero son perfectamente válidas. A veces se olvida esto y se busca la foto ténicamente perfecta, cuando el valor principal debe seguir siendo la autenticidad.
Jonan Basterra es periodista y fotógrafo, además de Pixel en Pixel y Dixel. Trabaja en el departamento de servicios a empresas de Social Media SL.
Antonio Rull
El retoque en la fotografía ha existido siempre y seguirá existiendo. Parece que en el mundo del fotoperiodismo esté prohibido, pero la verdad es que se hace, y eso no tiene por qué ser malo; lo que no está bien es alterar la realidad, porque eso ya deja de ser periodismo y, en algunos casos, son productos para exposiciones de fotografía más que para ser portada de un medio. En España no hay cultura fotográfica y eso se nota y se sufre en las exigencias del público (y por tanto en lo que se admite como bueno) y en el mercado, que es poco y malo, permitiendo que los grandes fotoperiodistas españoles sean portada del New York Times y en España lo sean por ser portada del NY Times… Creo que nunca hubo ni habrá en España un trato preferente a la fotografía sobre lo escrito, o al menos al mismo nivel dentro de una misma historia o un medio. No quiero entrar a valorar que cabeceras de prestigio publiquen sin ton ni son fotos con fuente “Twitter” porque eso ya es un terreno poco agradable de conclusiones más que evidentes.
No tengo muy claro si se tolera cada vez más una mayor edición de los trabajos, si bien creo que la democratización de la edición de fotografía con Instagram como gran baluarte ayuda bastante a normalizarlo. También es cierto que se nota una tendencia en los últimos grandes premios de fotoperiodismo mundial a exagerar la edición básica (curvas, niveles, saturación, viñeteo…) a fin de hacer más “artísticas” las fotos; ya no vale solo con captar el momento decisivo, sino que además tiene que ser bonito. No sé hasta dónde nos llevará esto, pero creo que los grandes del fotoperiodismo deberían empezar a separar el grano de la paja, a no hacer obras de arte de trabajos periodísticos cuando lo entregan a un medio de comunicación. Como se suele decir, aunque la mona se viste de seda, mona se queda; pues lo mismo tiene que pasar en el fotoperiodismo.
Antonio Rull es periodista multimedia y ha ejercido como fotoperiodista aunque ahora está más centrado en comunicación online (y colaborador de eldiario.es).
Miguel Gener
El fotoperiodismo actual, dejando aparte temas presupuestarios, goza de una excelente salud. Nunca ha llegado tanto material y tan inmediato. Y quizás por ello haya quien desde su salón, piense que la competencia es grande, las fotos excelentes y… la tentación vive cerca.
Una imagen de prensa nos comunica (con las herramientas que tenemos), el escenario que observa alguien que está ahí: óptica, parámetros, encuadre, mirada. Se tolera una mayor postproducción, no se tolera ni se tolerará nunca, modificar ese escenario. No soy un ingenuo y hay quien viola fronteras. Para ellos, tolerancia cero y flaco favor hace al colectivo, pero me parece obsceno hablar de luces, sombras, análisis forenses en los RAW y no hablar de la realidad que nos presenta la fotografía.
Los límites terminarán siendo marcados por el sentido común y honestidad de la inmensa mayoría de fotoperiodistas.
Miguel Gener es fotoperiodista, editor gráfico, productor, curioso y ojo público en El País hasta 2011, ahora autor del blog Días de Fotos.
Sergi Reboredo
En mi opinión, gracias a la facilidad de las nuevas tecnologías, que permiten el retoque de las fotografías en tiempo récord, sin necesidad de grandes conocimientos y desde cualquier lugar, ha popularizado la postproducción fotográfica que antiguamente solamente estaba en manos de unos pocos profesiones.
Montajes en fotoperiodismo, los ha habido siempre, no quitando ni poniendo cosas pero sí, dando por instantánea puestas en escena. Fotos famosas que han pasado a la historia, como la de la guerra civil de Agustí Centelles, o la de Robert Capa, o Robert Dosneau ya eran en su época montajes. No había photoshop pero eran puestas en escena que prácticamente es lo mismo.
En la actualidad, se ha de sumar una crisis en el sector de los medios de comunicación, que ha llevado a reducir personal imprescindible. Ya no se contrastan la noticias, simplemente se dan por buenas y si al día siguiente se demuestra que era falsa o montaje se pide perdón al lector (en el mejor de los casos y listo).
El sector está en crisis y lo peor es que lo cosa parece que a corto plazo no va a mejorar.
Sergi Reboredo es fotoperiodista especializado en fotografía de viajes y reportaje social. Compagina su trabajo como fotoperiodista con la docencia como profesor en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Cataluña.
Foto de cabecera | Klavs Bo Chritensen, descalificada en los premios POY por exceso de post-producción